"Al-Qaeda está haciendo un buen trabajo en Siria"
Laurent Fabius ministro francés de Relaciones Exteriores
Como único resabio de la triste, inútil y promocionada
Primavera Árabe, para los pueblos árabes solo queda la guerra que el gobierno
sirio viene sosteniendo, desde hace dos años, contra una enmarañada y compleja
red de comandos internacionales como al-Qaeda, insurgentes nativos como
Ejército Libre Sirio (ELS), el Al-Nusra, (Ansar al-Jabhat al-Nusra li-Ahl
al-Sham Partidarios del Frente para la Victoria del Pueblo de Siria) versión
local del mismísimo al-Qaeda iraquí (AQI), organización incluida por EEUU en su
lista negra de terroristas. También participan del matadero ex convictos turcos
(seis mil quinientos) y yemeníes pagados por sus propios gobiernos, la heroína
afgana y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) conformado por Bahréin,
Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos; y finalmente
Hermandad Musulmana, el más claro exponente del gatopardísmo como ya lo
demostraron en Egipto, junto, obviamente, a la CIA, el Mossad de Israel y
Francia quién ha abastecido ilegalmente de armamentos a los grupos terroristas
que ya han provocado los casi ochenta mil muertos y un par de millones de
desplazados. Sin duda si algo sabe resolver Francia y su partido socialista son
conflictos internos de otras naciones, sino que le pregunten al millón de
muertos ruandeses del genocidio de 1994.
Estados Unidos desde los años ochenta viene
pergeñando estos joint venture, digamos, revolución llave en mano, con grupos
yihadistas que tan bien le resultó en su momento en Afganistán contra el
ejercito soviético y que volvieron a practicar en 2011 para el derrocamiento y
asesinato del coronel Muamar Gaddafi y el posterior saqueo a Libia, que se
sigue llevado a cabo, sin que ningún organismo internacional haya tomado nota.
Nuevamente los Estados Unidos y sus socios
prioritarios en la región Israel y Turquía esta trabajando mancomunadamente con
al-Qaeda, para derrocar a el presidente sirio Bashar Al Assad, y aniquilar
cualquier posibilidad de injerencia iraní en la zona como lo hubiera hecho, por
ejemplo, la construcción del gasoducto que trasportaría el gas iraní, a través
de Irak y Siria de 5000 kilómetros de extensión y con más de 10 mil millones de
dólares de inversión. Sin ninguna injerencia de Turquía, país miembro de la
OTAN. El acuerdo homologado en julio de 2011 por los ministros de Petróleo de
Irán, Mohammad Aliabadi, de Irak, Abdul Kareem Luaiby y Siria, Sufian Alao, en
la localidad de Asaluye, en la provincia de Busher al sur de Irán próximo a los
campos gasíferos de Pars Sur, obviamente no se ha podido realizar. Esto habría
representado un importante auge económico para una Siria independiente, algo
impensable en lo que respecta a los intereses occidentales.
Es importante tener en cuenta que una de las
grandes diferenciaciones del Irán, respecto a la gran mayoría de las naciones
árabes, es que los antiguos persas son chiis, mientras los musulmanes que hoy
combaten en Siria son sunies, esta partición de la misma fe, quizás a vista
occidental la diferencia es invisible, pero no así para los musulmanes que los
convierte en enemigos irreconciliables, tan o más odiados que los propios
infieles occidentales.
Un poco de historia
Quizá los analistas internacionales del
Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA, recuerden con nostalgia lo
sencillo de su tarea cuando el enemigo era la vieja y querida Unión Soviética,
que previsible resultaba esa especie de mazurca que bailaron desde la caída de
Berlín en 1945 hasta la caída del bloque socialista en 1989: “Si me moves un
flota acá, yo te pongo unas baterías allá” y así se pasaron la última mitad del
siglo XX, con guerras sencillas de entender como Corea o Vietnam, donde
exactamente los malos estaban del otro lado de la línea y no había más.
Pero a la caída del muro, aquellos pastores de los
valles afganos, que tanto hicieron por dar el golpe de gracias al Oso Ruso,
fueron a reclamar su parte y ya se sabe aquello, de la letra chica de los
contratos con Estados Unidos, donde reza: “Vos pones la sangre, el sufrimiento,
y yo me llevo todo lo que haya por llevarse”. Y como los duros muyahidines no
aceptaron, la guerra civil se prolongó entre facciones laicas y los
integristas. Los fanáticos de Bin Laden, que conseguirían fama mundial con el
nombre al-Qaeda (la base) junto a los Talibanes (estudiantes del Corán) contra
el Frente Islámico Unido por la Salvación de Afganistán, más conocido como Alianza
del Norte, dirigidos por el mítico Ahmad Sah Masud el león del Panshir,
asesinado 2001. Finalmente la guerra civil afgana (1992-2001), la ganaría el
extremismo Talibán, con el apoyo de Estados Unidos, Arabia Saudita y Pakistán.
La violencia de al-Qaeda contra los Estados Unidos,
recuerda al niño que patea a su madre exigiendo la compra de alguna cosa, así
se entiende por ejemplo los atentados en gran escala contra los interés
norteamericanos, quizás el más importante las voladuras de las embajadas norteamericanas
el 7 de agosto 1998 en Nairobi, Kenia y en Dar es Salaam, Tanzania con 224
muertos. Hasta la demolición en el bajo Manhattan en septiembre de 2001.
¿Que es lo que hace entonces que los Estados Unidos
sigan utilizando al-Qaeda para sus operaciones donde ellos no pueden penetrar
públicamente? Lo han hecho en Libia y en Siria. Quizás la respuesta sea lo
sucedido en Mali donde al-Qaeda, pareció marchar contra los intereses
occidentales, pero quizás no tanto, el intento de liberación de los Tuareg,
musulmanes pero de ninguna manera integristas. Los legendarios hombres azules,
los hijos del desierto, que hace siglos reclamaban por su territorio en la
región de Azawad, en el norte de Mali, y cuando ya el movimiento
independentista parecía haberse concretado, la aparición de al-Qaeda, en la
región habilitó a occidente, representado por Francia, a irrumpir en su antigua
colonia y restablecer el orden. Paradójicamente muchas de las armas
secuestradas a los combatientes de al-Qaeda, eran las mismas que Francia les
había entregado en Siria para luchar contra Bashar al-Assad.
Desde Siria sin amor.
De caer el gobierno legitimo de Siria, la guerra
continuaría, al igual que en Afganistán de los ochenta, entre laicos y ultra
ortodoxos, por ello no es infundado el temor de Washington, Jerusalén y Amman,
que las fuerzas asociadas a al-Qaeda se dispondrán rápidamente a llegar a la
frontera israelí del Golán, esta vez bien altamente entrenados y pertrechados
con armas químicas y los misiles Scud capturados de bases militares sirias.
Estados Unidos y todos sus socios se sentirían
mucho más tranquilos con la Hermandad Musulmana instalada en el gobierno de
Damasco, al igual que lo hizo en el Cairo. La Hermandad promueve un estado
laico, muy al estilo occidental lo que se ajustaría perfecto a los intereses de
las grandes potencias. Pero los que están poniendo el pecho a lo hora de las
balas, no son los burócratas sino los suníes de la línea dura de Irak,
Jordania, el Líbano, Turquía, chechenos, uigures y asiáticos del Sudeste que
convocó Ayman al-Zawahiri, el líder de al-Queda para aplastar a Basher al-
Saad, llegaron de a miles. Los reportes de las zonas “liberadas” de Siria
hablan de que la Sharía (la ley coránica) y las decapitaciones están a la orden
del día. Al Nusra, acaba de hacer, no más de diez días atrás, un juramento de
fidelidad a al-Qaeda.
Si la influencia de al-Qaeda en el conflicto sirio,
sigue en aumento, mucho tendrá que discutir el poder político de los Estados
Unidos con esta nueva barrabasada de la CIA.
Los yihadistas están en Libia, Mali, Niger y la
República Centroafricana, pugnado por la toma del poder, ni hablar de Irak y
Afganistán. La experiencia iniciática de la Yihad tendrá consecuencias
difíciles de mensurar en este momento. Cientos de jóvenes musulmanes europeos
que hoy están luchando en Siria, fueron adoctrinados y entrenados por al-Qaeda,
es difícil pensar vayan a retornar a sus vidas anteriores de la fábrica, la
universidad, el haraganeo en una esquina o yendo a ver al Milán, el Olympique, el
Manchester United o el Bayern Munich. Sin pensar en la reales falta de trabajo
debido a la crisis económica.
Israel sabía que con los al- Assad en el gobierno,
solo tenían un mal vecino, con al-Qaeda dueña de Siria los altos del Golan
volverían a ser una permanente fuente de disputa, el fundamentalismo árabe ha
demostrado que a la hora de negociar, negocia, pero frente a su más odiado
enemigo, el Estado de Israel, será difícil abdicar de sus principios.
Quizás aquellos analistas de estadounidenses estarán
buscando los errores que los llevaron a meterse en Siria y extrañando cada vez
más a la querida Unión Soviética.