Por Ulises Canales
Irán se considera hoy lista para encarar cualquier escenario en la confrontación con Estados Unidos y otras potencias occidentales, decidida a impedir que amenazas, sanciones y asesinatos selectivos menoscaben su influyente rol en Medio Oriente.
La gran mayoría de estratos políticos y religiosos iraníes converge, por encima de conocidos antagonismos entre conservadores y los llamados principalistas y reformistas, en rechazar o, al menos, desconfiar de un plan dirigido a debilitar política y militarmente al país persa.
Con más o menos acento, los iraníes están convencidos de que la revolución de los ayatolahs de 1979 es precursora e inspiradora de las revueltas populares que sacuden desde el año pasado al mundo árabe, y que ese ejemplo resulta incómodo a las antiguas metrópolis imperiales.
En el ámbito oficial, los partidarios del presidente Mahmoud Ahmadinejad tildan de "show propagandístico de Occidente" las sanciones estadounidenses al Banco Central de la República Islámica y el veto que la Unión Europea (UE) prevé imponer a las exportaciones de crudo iraní.
Según explicó -sin detalles- el presidente del Majlis (Parlamento persa), Alí Larijani, Irán tiene diseñado un plan para contrarrestar un posible bloqueo a su petróleo por parte de la UE, pero al mismo tiempo actúa en los ámbitos político, diplomático y militar.
Larijani ha insistido en varias declaraciones en que el poderío mostrado por Teherán en el Estrecho de Ormuz y en la región oriental de su territorio durante recientes maniobras militares navales y terrestres tiene un destino meramente defensivo y pacífico.
El líder legislativo destacó igualmente el potencial científico del país y concluyó que el asesinato, el pasado 11 de enero, del académico Mostafa Ahmadi-Roshan fue una muestra de la desesperación de Occidente frente al éxito del programa nuclear pacífico de Teherán.
Al respecto, recordó a los enemigos de Irán que será difícil detener los avances en temas nucleares y exterminar su cantera de expertos, pues "hay un número ilimitado de personas que dominan" esa ciencia.
Para quienes exigen a Ahmadinejad detener las actividades atómicas, en particular el enriquecimiento de uranio por temor a que consiga fabricar armas nucleares, la molestia es doble, porque los iraníes no renuncian a sus planes y, además, exhiben indiscutibles avances.
Sin embargo, en el hemiciclo y en cuarteles del Ejército y del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica se afirma al unísono que la nación "está lista para cualquier escenario â�� y empleará sus propios medios para enfrentar las amenazas, según se sucedan los eventos".
Dicho en palabras de Larijani o del ministro de Defensa Ahmad Vahidi, "se usará el Estrecho de Ormuz como una herramienta estratégica", lo que hace suponer que sancionar el petróleo iraní y desestimular a compradores "no será una tarea fácil para los enemigos".
En ese sentido, el vicejefe de la comisión de política exterior y seguridad nacional del Majlis, Esmail Kowsari, valoró una carta enviada por el presidente estadounidense, Barack Obama, al gobierno iraní como la confirmación de que la Casa Blanca amenaza, pero vacila.
La misiva, según reseñaron en Teherán las agencias noticiosas y canales televisivos estatales, está bajo estudio de las autoridades, pero muestra de antemano el susto de los estadounidenses y su reconocimiento del "poder efectivo e influyente" de Irán.
El asesor para asuntos militares del líder supremo de la Revolución Islámica, mayor general Yahya Rahim Safavi, remarcó ayer la capacidad de ese país para garantizar la seguridad de los suministradores de energía global en el Golfo Pérsico, Ormuz y el Mar de Omán.
Subrayó, sin embargo, que el país persa podría usar todos los recursos para defender sus intereses en tiempos de amenaza, y la carta de Obama admite, con meridiana claridad, esa posibilidad porque Ormuz es una vía indispensable para el comercio y la energía globales.
Alí Akbar Velayati, asesor del líder supremo Alí Khamenei en política exterior, señaló que el mensaje del mandatario norteamericano se "no contiene nada nuevo".
Junto a la opción militar, sigue abierto el frente diplomático, aunque Washington y sus aliados saturaron los escenarios del Organismo Internacional de la Energía Atómica y el Consejo de Seguridad de la ONU para aplicar cuatro paquetes de sanciones.
El Gobierno de Ahmadinejad tiene canales de comunicación fluidos con Rusia, Turquía (que en 2010 intentó una solución conjunta con Brasil), así como con naciones asiáticas y árabes de África Norte y Medio Oriente (Líbano, Siria, Libia y otras).
Precisamente, la ahora convulsa Siria, la defensa de la resistencia árabe frente a Israel que encarnan los movimientos Hizbulah (libanés) y Hamas (palestino en Gaza), son parte de un complejo tablero que ayudan a explicar la renovada fricción de Washington y Bruselas con Teherán.
Este lunes, el primer ministro libanés, Najib Mikati, valoró de vital el papel de Irán en el mantenimiento de la estabilidad y la paz en la zona, y esa verdad la aceptan Obama y otros enemigos del país de credo chiita ubicado en un Golfo Pérsico sunnita.