China y Estados Unidos reviven hoy las tensiones de otros tiempos ante el debate en el senado de un proyecto de ley a todas luces dirigido contra esta nación.
Sin todavía disminuir las fricciones por una venta de armas a Taiwan anunciada recientemente, los vínculos entre las dos principales economías del mundo registran nuevas discrepancias.
La propuesta Reforma de Supervisión de Tasas de Cambio llegó a la mencionada instancia nueve meses después que los presidentes Barack Obama y Hu Jintao reafirmaron el compromiso de desarrollar relaciones de cooperación en ocasión de la visita de ese último a Estados Unidos.
Y también cuando los Demócratas arrecian su campaña para retener la silla presidencial y los republicanos por recuperarla, en medio de una difícil situación de la economía global asociada a la crisis originada en su país.
De convertirse en ley -todavía debe ser votada en el Senado, luego en la Cámara de Representantes y entonces firmada por el mandatario-, la iniciativa autorizaría al gobierno aplicar aranceles punitivos a productos de cualquier nación que se consideren subsidiados.
En el caso de China, se le acusaría de manipular la moneda por mantener su valor artificialmente bajo para favorecer las exportaciones al abaratarlas. Los promotores del proyecto lo justifican como necesario para crear empleos -la tasa de desocupación en Estados Unidos supera el nueve por ciento- y reducir el déficit comercial con la otra parte. Como era de esperar, Beijing rechazó firmemente este paso a través del vocero de la Cancillería Ma Zhaoxu, quien lo calificó de violatorio de las normas de la Organización Mundial de Comercio y obstáculo para el desarrollo de las relaciones comerciales entre los dos países.
Por tratarse de un tema recurrente en estos nexos, autoridades y expertos del gigante asiático reiteraron una posición bien conocida: la tasa de cambio del yuan no es culpable del déficit en el intercambio de bienes y servicios entre ambos mercados.
Recordaron además que la moneda china se apreció más del 25 por ciento desde 2005, mientras la tasa de desempleo en Estados Unidos aumentó de alrededor del siete a más del nueve por ciento.
En cuanto al desequilibrio comercial, señalaron que una de sus principales causas son las limitaciones a las ventas de productos de alta tecnología a China, al insistir en que la referida medida no ayudará a resolver los problemas de aquella economía.
Pero el rechazo a la iniciativa proviene no solo de contra quien está dirigida.
De acuerdo con informaciones de prensa, representantes de 51 grupos empresariales y otras organizaciones de Estados Unidos enviaron una carta a los líderes del Senado en la cual les solicitan abstenerse de aprobar ese proyecto, al que también se opone el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner.
Y mientras el desenlace final de la propuesta está por verse, cabe recordar lo planteado por el primer ministro Wen Jiabao en la Sexta Cumbre Empresarial China-Unión Europea en Bruselas el 6 de octubre de 2010.
Si el yuan se aprecia de 20 a 40 por ciento, como algunos piden, un gran número de empresas exportadoras chinas quebrarían, los empleados perderían sus puestos y los trabajadores migrantes tendrían que regresar al campo, lo cual haría muy difícil mantener la estabilidad social, dijo en aquella ocasión.
A lo que añadió: de ninguna manera el mundo se beneficiaría de una crisis en la economía china.