Estados Unidos, principal foco de Guerra Imperial

Por Emilio Marín

Parece ser una constante. Cuando muchos gobernantes de las potencias del mundo usan muy frecuentemente la expresión “paz mundial” es porque ésta se halla en peligro. Si mencionan mucho la paz es porque anda escaseando.

Cuando esas mismas potencias enrostran a otros países la responsabilidad de esos riesgos, habrá que convenir que el foco ígneo está en otro lado. Los ladrones gritan “al ladrón” tratando de pasar desapercibidos.

Las autoridades norteamericanas y europeas hacen acusaciones infundadas contra Irán, Siria, Corea del Norte, Cuba, China y Rusia, como si allí anidara el mayor riesgo para la paz mundial. Los arsenales convencionales y nucleares de Estados Unidos y la OTAN son los que deberían concitar las miradas y repudios. Es que la política internacional entrega fuertes indicios de que aquí están los elementos más peligrosos para la pervivencia de la humanidad.

Por un lado, hay que tomar nota de la continuidad de las guerras contra Afganistán, Irak y más recientemente Libia. Allí ha habido más de un millón de muertos civiles, una destrucción material y cultural impresionante. Hay que tomar nota que en el primer caso derribaron un gobierno talibán, en el segundo ahorcaron al presidente Saddam Hussein tras una parodia de juicio y en el tercero asesinaron a Muammar Khadafy ahorrándose tribunales.

En esas agresiones se han empleado armas de destrucción masiva, mintiendo con que eran los gobernantes díscolos quienes las atesoraban. Se han instalado centenares de miles de soldados (anuncian que retiran en un lado y lo ponen en demasía en otra parte), con bases militares permanentes en esos países ocupados.

Esos dispositivos se suman a las 872 bases norteamericanas alrededor del mundo. En Corea del Sur hay unos 30.000 marines instalados desde el fin del conflicto, 1953, apuntando hacia Pyongyang y Beijing, también en la mira de los militares y armas norteamericanas desde Taiwán y Japón.

Lo hecho por las potencias de la OTAN en Libia es espantoso y con el visible propósito de robarse su petróleo. Si la ocupación de Etiopía por la Italia mussoliniana en 1936 fue vista como el pre-inicio de la Segunda Guerra Mundial, tres años antes de la invasión a Polonia, lo ocurrido en el norte de Africa entre marzo y octubre pasado, que aún continúa, podría ser anticipatorio de lo que se viene a nivel internacional. Todavía se está a tiempo de impedirlo, pero es bueno aprender del pasado en la defensa de la paz mundial.

La actual coyuntura abona la tesis de que hay mayor peligro de guerra. Uno es la extensión de los ataques de EE UU con aviones no tripulados a zonas de Pakistán colindantes con Afganistán, la violación de su soberanía para matar a Bin Laden y el reciente ataque aéreo.

Plomo para todos
Sobre ese último bombardeo, las agencias de Beijing teclearon el 29/11/2011: “Luego del ataque letal de helicópteros de la OTAN contra una base militar en suelo pakistaní, que causó muertos y heridos, las preocupaciones de EE UU y Pakistán son muy diferentes”.

En síntesis, los militares norteamericanos no se van de Afganistán y encima están atacando a una nación vecina que hasta ahora había sido aliada suya en aquel conflicto.

Siria es otro teatro de operaciones del Departamento de Estado que fogonean la violenta protesta contra el presidente Al Bashar. Presentado como un presidente responsable de más de 5.000 muertos, las agencias noticiosas con sintonía fina con Hillary Clinton ocultan que esos reclamos no vienen de la profundidad del pueblo árabe sino de los sótanos del Pentágono. Dos causalidades: Siria también tiene petróleo y ocuparla implicaría contar con bases militares y logística en dirección a Beijing y Moscú.

La política de agresión de Washington, Londres, etc, para con Irán también registra un recalentamiento y mayor tensión. Esto está acicateado por los planes (¿propios?) de la cúpula sionista de Tel Aviv. En noviembre los diarios israelitas publicaron que Benjamin Netanyahu estaba convenciendo a la mayoría de su gabinete de la necesidad y conveniencia de atacar a Teherán. Inglaterra aparecía en esos despachos como el europeo más propenso a secundar esa campaña, siempre que el número 1, EE UU, fuera al frente.

El debate interno israelí giraba en torno a si convenía bombardear las instalaciones de las centrales atómicas (pacíficas) iraníes o incluir también otros blancos civiles. Es difícil que Tel Aviv decida una operación de tanta envergadura sin contar con la luz verde y apoyo efectivo de la OTAN. No lo puede decidir por su cuenta y riesgo.
Por ahora esas potencias siguen poniendo el acento en la demonización de Irán y las sanciones políticas, económicas y comerciales. A principios de diciembre hubo una reunión de gobiernos en Bruselas que profundizó esas sanciones contra más empresas y dirigentes de Teherán. Una contradicción: no prosperó una propuesta de penar el crudo de ese origen, temerosos los capitalistas que subiera más la cotización del barril de petróleo en esta crisis de su bloque mundial. “Tengo estos principios, pero si el petróleo se pone más caro, tengo estos otros principios”, habría dicho Groucho Marx.

Lo que más frena el plan de agresión es la capacidad defensiva del país con base en los Guardianes de la Revolución. El ministro de Defensa, Ahmed Vahidi, advirtió que si son atacados volarán 150.000 misiles hacia Israel, las bases de EE UU en Turquía y otros destinos no revelados.

Antes que sea tarde
En su planificación para un zarpazo contra los chiítas de Mahmud Ahmadinejad y el líder Alí Khamenei, el Pentágono los espía de arriba y de abajo. En el terreno, con espías de regular monta, algunos de mínima como el mexicano que se infiltró como estudiante islámico en Qom, reporteado por Univisión (de dueño sionista). Otros de mayor calado, estadounidenses, fueron desbaratados en Irán y por Hizbollah en El Líbano.

“Por arriba”, léase desde el aire, por aviones no tripulados, drones. El 4 de noviembre pasado las autoridades iraníes informaron que habían derribado un avión RQ-170 diseñado y desarrollado por Lockheed Martin. Con daños mínimos, estaba en su poder. Fue un bochorno por partida doble para la Casa Blanca, que al principio negaba el suceso.

La oposición republicana a Barack Obama lo acusó de haber actuado en forma suave en vez de haber presionado con la fuerza para la devolución del avión. Sus componentes electrónicos ya estarían siendo copiados por rusos y chinos, decían esos políticos que quieren llegar a la Casa Blanca en 2013.

Y en lo militar, la mala nueva fue que Teherán cuenta con equipos adelantados para detectar y derribar ese tipo moderno de avión. El subcomandante del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica de Irán (CGRI), Husein Salami, declaró al Canal 2 de la Televisión estatal que “el drone espía estadounidense que recientemente fue derribado por la tecnología aeroespacial de Irán, puso de manifiesto que la República Islámica puede decodificar los datos de los aviones teledirigidos y la tecnología aplicada en ellos”.

Estas son las marchas y contramarchas de la campaña estadounidense contra Irán, uno de los focos posibles de una conflagración regional y mundial sobre la que Fidel Castro ya alertaba en junio de 2010.

Pero hay más todavía. Hillary Clinton ha puesto en duda la validez de las elecciones parlamentarias en Rusia, ganadas por Rusia Unida, del presidente Dmitri Medvedev y el primer ministro Vladimir Putin, quien volvería a ser candidato a presidente en marzo. Esa injerencia norteamericana trasunta la bronca por las posiciones rusas de no avalar su intervención en Siria e Irán, y las denuncias de Moscú contra las instalaciones de radar y bases de misiles “made in USA” en Polonia y República Checa.

Los rusos están poniendo en marcha medidas de defensa y sistemas de alarma de misiles Isakander en las regiones más occidentales como Kaliningrado. Y más, están avanzando en negociar con China, para enfrentar juntos ese peligro de agresión estadounidense. Un artículo que circula en Internet sostiene que el Ministerio de Defensa ruso habría informado a Putin y Medvedev que el presidente chino Hu Jintao habría ordenado a sus fuerzas navales “prepararse para la guerra”.

Esto último es incomprobable, pero los otros datos de la realidad son perfectamente visibles. Hay más focos de conflicto y riesgos de guerra, que vienen de los imperios en crisis. Además de descargar los dramas económicos sobre otros pueblos, afilan sus armas para la guerra. Que los defensores de la paz, que son más, se organicen antes que sea tarde.