Un nasserista
Por Carlos Aira
A partir de 1960, con el calor irradiado por la figura histórica de Gamal Nasser, el norte africano, postergado, conquistado, intuyó que era posible la vía nacional hacia su liberación.
Muhammad Khaddafi, quién al parecer fue asesinado en horas de hoy en Sirne, su ciudad natal, fue el último de los líderes nacionalistas del siglo XX. Nacido en junio de 1942, cuando su tierra era disputada por el fascismo italiano y el colonialismo británico, Khaddafi creció bajo el abrigo de las políticas panarabistas.
Desde su irrupción en el poder, en septiembre de 1969 en la llamada Revolución Verde, el líder libio llevó adelante políticas nacionales que irritaron, no sólo a las potencias centrales, sino a ciertas tendencias conservadoras del complejo mundo árabe: nacionalización de recursos, redistribución de la renta petrolera, unificación de la África árabe (Libia, Túnez, Argelia, Chad) y el histórico líbio al Movimiento de Países no Alineados, que presidía un líder europeo de similares características: Jozip Broz (Tito).
Con sus contradicciones, Khaddafi fue un líder de excepción. Entender sus políticas con ojos occidentales sería miope. Sus enemigos tuvieron la envergadura de potencias coloniales. Por eso su talla de líder nacional. Por eso su final.